Heridas y cicatrices
Algunas heridas siguen abiertas más tiempo del que nos gustaría,
por mucho que nos empeñemos en coserlas.
Cuando uno menos se lo espera, saltan los puntos y vuelven a doler
casi como cuando nos las hicimos.
Pero con el tiempo, se convierten en cicatrices
y pasan a ser parte indispensable de nuestro cuerpo.
Te acostumbras a ellas, dejan de doler.
Se transforman en un pequeño pedazo de piel que nos recuerda donde estuvimos.
Quienes fuimos.
Incluso nos avisan cuando llega la tormenta.
Además, por suerte, cuando las heridas más profundas se reabren,
siempre suele haber alguien cerca,
que sabe como se hicieron y cuanto escuecen.
Y que nos ayuda a superar el dolor.
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elena -